domingo, 18 de mayo de 2008

Número 18


Artículos
1.- El Bolchevismo y nuestro Tiempo
2.- ¿Sueldo ético o Populismo Encubierto?
3.- Entrevista con las FARC, “El estado del proceso en Colombia”
4- Guerra de Clases en Chile: La Israelización del Estado chileno
5.- A 40 Años del asesinato a Ernesto guevara
Editorial
La actitud del gobierno frente a las manifestaciones sociales que han alertado al régimen durante el presente año (huelgas de trabajadores, mapuche, organizaciones sociales y otras) muestra con total claridad la desesperación política de quienes han profundizado el sistema económico demoníaco que pesa sobre los hombros de millones de explotados a lo largo del territorio nacional. Aquellos señores se han percatado de que tienen mucho que perder y los explotados si se organizan tienen un mundo que ganar.
Es indudable que la desesperación de quienes producen diariamente la riqueza que acumula la clase explotadora se manifiesta a través de la violencia espontánea cada vez que se presenta alguna oportunidad para hacerlo.
Este gobierno, por su parte, no duda ni dudará a la hora de resguardar el orden del sistema y la paz de los ricos, haciendo uso de la violencia de Estado en contra de un pueblo desesperado que reclama legítimamente los derechos más primarios de la sobrevivencia.
Se unirán en santa cruzada todas las cúpulas del poder económico, político, religioso y la gran variedad de poderes que se subordinan al primero, pues el control del capital asegura, para un puñado de millonarios, el manejo de este país como un gran fundo a través de todos sus capataces, que son sirvientes en los hechos y burgueses en sus sueños.
Nuestra actitud como revolucionarios, debe ser el ponernos a la altura de las circunstancias, siguiendo las enseñanzas que nos ha legado la larga tradición de lucha y combate con que contamos los explotados. ¿Y qué es lo que nos dice esta historia?
Nuestra historia reciente nos cuenta de grandes manifestaciones populares acontecidas en el continente, de grandes voluntades colectivas que se unifican sin más armas que la rabia y la desesperación. De orgánicas rudimentarias que han terminado restituyendo la representación burguesa y al sistema capitalista. Así ocurrió por ejemplo en Argentina con Kirchner y en Brasil con Lula da Silva, quien pasó de ser un dirigente sindical a un cómplice del capitalismo.
No nos vamos a ilusionar tampoco con el nuevo revisionismo que pretende hacernos creer en los llamados gobiernos progresistas, pues ningún gobierno es lo suficientemente progresista como para quebrar el cascarón de la institucionalidad burguesa y su política de la representación. Así, el canto de sirenas que erige como una alternativa al llamado socialismo del siglo XXI debe ser acallado prontamente antes que los “izquierdistas” idólatras de la innovación, comiencen a hacer calco de estas ideas, pues, lo que ellas nos dicen es que debemos confiar en la democratización de las fuerzas armadas, que debemos confiar en el progreso del populismo y solamente depositar por la ranura de las urnas las esperanzas de los explotados.
Los marxistas revolucionarios debemos confiar en la organización conciente y en el poder que ésta contiene.
Nuestro modo de organización es el Partido, sin él, nada será posible. Un Partido de nuevo tipo, que sea capaz de dar continuidad en el tiempo a las demandas económicas de la clase, pero sobre todo que realice la política del proletariado, que no es otra que la lucha por una sociedad sin clases. El autonomismo, el asambleísmo, y los colectivos han mostrado ya, sus límites, ya sabemos que son productos reciclables del funcionamiento del capital.
Debemos saber demostrar, eso sí, que a la idea de Partido, no le es predicable necesariamente el burocratismo que es más bien una corrupción del Partido Leninista. Que el Partido es la autorepresentación de los explotados y no una fuente de camaradería y muñequeo político para provecho de la dirigencia. Nuestro Partido será de nuevo tipo, porque se creará para la revolución, si no es así, no merecerá vivir, y si lo hace, deberemos liquidarlo lo antes posible.
El primer paso es la unidad, pero no bastará con eso, debemos educarnos y educar a nuestra clase en la teoría revolucionaria, propagar nuestra ideología y crear una alianza estratégica entre los movimientos sociales y la lucha sindical revolucionaria através de los comités por las demandas populares que serán el medio estratégico para afianzar nuestra lucha revolucionaria en el seno del pueblo.
¡POR LA UNIDAD DE LOS MARXISTAS-REVOLUCIONARIOS
PARA CREAR UN PARTIDO PARA LA REVOLUCIÓN!

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