martes, 13 de mayo de 2008

Número 13


Artículos
1.- De la Plutocracia a la Meritocracia, de la Meritocracia al Flaytismo
2.- Bolivarismo del siglo XXI
3.- De la Violencia Estructural a la Violencia Revolucionaria
4.- Organización Política y Poder Efectivo
5.- El Sistema de Salud está Enfermo: ¡Apliquémosle eutanacia!

Editorial
Impulsemos la unidad de los Revolucionarios para Constituirnos como Poder Proletario
Habitamos en un país donde una gran mayoría de personas tiene casi asegurada la infelicidad, producto de un sistema subordinado al trabajo agobiante, la precariedad de derechos básicos como vivienda, salud y educación. A eso debemos sumar el stress y la falta de sentido de un día a día que se mueve entre la búsqueda del bienestar y la pobra de las relaciones sociales.
Estas últimas se encuentran goernadas por un régimen de explotación donde el interés de una clase se impone sobre la gran mayoría de la población, perpetuando su dominio por medio de la cultura del consumo, la competencia y la meritocracia (que no es otra cosa que el premio a los empleados lacayos, sumisos y soplones).
Esta situación se tiende a asegurar por medio de la vía política. La derecha clásica y concertacionista han copado los espacios de la política representativa y no han hecho otra cosa que consolidar el sistema capitalista de libre mercado donde el interés de unos pocos acumuladores de capital pesa sobre la gran mayoría de individuos. Estos sectores -con matices más, matices menos- representan políticamente la voluntad de las grandes empresas nacionales, el capital financiero y los diferentes capitales foráneos. Sin embargo, esto que es real, tanto en las cifras como en su actuar, no ha llegado a ser una verdad hegemónica o, por lo menos, no se ha concebido como algo susceptible al cambio.
Muchos sectores sociales, por razones diversas, siguen pensando en que estos sabandijas de la política podrán responder a sus necesidades; "que deben tenerles paciencia" o "que en realidad algo se ha avanzado". Esto-aunque a algunos los escandalice- es siempre normal, la conciencia no siempre marcha al mismo tiempo en todos los individuos, incluos muchos seuirán sosteniendo su apoyo cuando la realidad lo desmienta con hechos -¡con más hechos de los que lo desmiente hoy!-.
No obhstante al retraso en la toma de conciencia, ya existen muchos desengañados, un grupo no despreciable de personas que no asiste a las urnas porque sabe que no está ahí el potencial de transformación. Una juventud vigorosa que ya no cree en las marionetas de este capital poderoso y al mismo tiempo agonizante. Organizaciones sociales que se representan a sí mismas mediante canales propios de comunicación como radios comunitarias, casas culturales, encuentros populares, revistas, períodicos locales, etc.
Es un movimiento necesario pero aún embrionario. Muchos de ellos suplen necesidades ineherentes a los espacios locales y las poblaciones, pero aún no podrán suplir la necesidad más importante, universal y absoluta de una clase, a saber; representarse políticamente y constituirse como poder, como un aparato de poder radical que ponga en primera fila las necesidades de quienes han sido desde hace mucho el sostén productivo de una sociedad que agoniza por no reconocerlos como sus artífices; los trabajadores.
Debemos avanzar mucho más si queremos triunfar. Debemos entregar a este pueblo un caracter de clase, pero no de cualquier clase, sino de una clase revolucionaria. Esto no lo podremos hacer sin un aparato de poder que haga efectivas las posibilidades que engendra este sistema. El aparato de poder hoy no existem debemos construirlo los revolucionarios.
Los pseuod-comunistas del partido, en su afán de desprestigiar las auténticas luchas por la dignidad del pueblo, han comenzado a criticar a otras formas políticas bajo el nombre de maximalistas (tendencia a defender las soluciones extremas en el loigro de cualquier aspiración), esto para ocultar su capitulismo de clase y su revisionismo malsano. Este partido -a espaldas de la clase proletaria- se esfuerza por participar con unos cuantos escaños en el gobierno de la alegría destinando sus esfuerzos para transformar el sistema binominal en trinominalo (¿cuánto aguante no...?), ellos NO ESTÁN POR LA REVOLUCIÓN, su programa y su actuar son reformistas y su política -al igual que todos los partidos burgueses representativos- se limita exclusivamente a las contiendas electoralistas. En realidad son ellos maximalistas, pero al revés, ya que defienden la tendencia a defender las soluciones morigeradas en el logro de cualquier aspiración. Para ello se cuelgan de procesos a los cuales siempre llegan tarde, se reúnen con la Concertación para no quedarse fuera de la "escena política". Con la misma Concertación que encarcela a los mapuches, con la misma que se desentiende de las demandas de los sin techo y los deudores habitacionales...(¿hasta cuándo seguirán existiendo viejos farsantes y fariseos de la política?)
La respuesta es única y sencilla: hasta cuando nosotros les sigamos dando afrecho a estos cerdos.
Los cerdos de la Concertación, de la oposición y la llamada izquierda parlamentaria son una y la misma cosa: todos quieren representarnos y no que nos autorepresentemos medante nuestras propias organizaciones. No quieren que construyamos poder desde abajo, ni que fundemos un verdadero partido revolucionario.
Les damos afrecho cuando nos encerramos a la unidad de revolucionarios honestos, cuando hacemos sectas y no planteamos la discusión para buscar la unidad o lo que es lo mismo, cuandoe s sólo superficial y es carente de un proyecto estratégico.
Les damos afrecho cuando magnificamos nuestra actuación política por medio de encuentros rimbombantes y golpes noticiosos, así, ellos destinarán más recursos en inteligencia para desarticularnos mejor.
Y es que algunos revolucionarios caen desde el cielo directo a las "cumbres", otros marchamos junto al pueblo para llegar a la cima.
Les hacemos un gran favor cuando no practicamos la lucha de dos líneas, es decir, aquella lucha que se da al interior del movimiento revolucionario y que contribuye al desarrollo y fortalecimiento del mismo, sólo así podremos arremeter contra ellos.
Llamamos a la unidad de todos los marxistas revolucionarios para barrer con el revisionismo de los falsos comunistas y el oportunismo de los ideólogos de la diversidad y la tolerancia...Nos preparamos para una guerra y no para tomar café y charlar con los explotadores.

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